"Hay gestos que no se hacen con las manos, sino con el alma..."
Escribir el nombre de alguien en un papel y dejarlo en el corazón helado del congelador no es un acto de castigo, sino de pausa. Es el suspiro de quien decide enfriar una energía que arde demasiado, de quien necesita espacio para respirar en paz.
El frío, en la magia ancestral, representa el poder de detener lo que nos perturba, de silenciar el ruido para escuchar con claridad. Congelar un nombre no es aprisionar a una persona, sino pedirle al universo que aquiete las aguas turbulentas entre ambos. Es una forma simbólica de decir: “Que se enfríe el conflicto, que se apacigüe el vínculo, que vuelva la armonía.”
Cuando una emoción se congela en el hielo, el alma también se concede un descanso. Allí, entre cristales transparentes, quedan atrapadas las palabras que no dijimos, las miradas que pesaban, las tensiones que nos robaban calma. Y al hacerlo, uno suelta… deja que el hielo guarde lo que ya no necesita sostener.
Más que un conjuro, este es un rito de serenidad.
Un recordatorio de que la magia también sabe callar, enfriar, reposar.
Porque a veces el hechizo más poderoso no es el fuego que transforma, sino el hielo que enseña a soltar.
🔥 Conjuro del Fuego Liberador
(para quemar el hielo del alma y volver a fluir)
Fuego antiguo, despierta, ven a mí,
quema la escarcha que aprisiona el latir.
Que la llama abrase la sombra y el temor,
que se disuelva el hielo, que renazca el amor.
Por mi voluntad clara y por mi corazón fiel,
rompe las cadenas, devuelve mi piel.
Llama que purifica, llama que sana,
enciende la libertad y disuelve la pena.
Así sea. Así es. Así vuelvo a ser.
Repetir tres veces con intención.
🕯️ Ritual simbólico (seguro y respetuoso)
Intención: recuperar la calma, disipar la energía fría que oprime y reencontrar la propia vitalidad.
Materiales (opcionales):
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Una vela roja o naranja (fuego y energía)
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Un cuenco con agua (equilibrio) o una placa resistente al calor
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Un papel y un bolígrafo
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Un lugar seguro y ventilado
Pasos (versión con fuego controlado):
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Siéntate en calma y respira cinco veces profundo. Enfoca tu intención: “liberarme, sanar, recuperar mi luz”.
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Escribe en el papel tu nombre y, si quieres, una palabra que represente el “hielo” a disolver (miedo, frío, distancia…).
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Enciende la vela. Visualiza la llama como una amiga ardiente que viene a ayudarte.
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Sostén el papel con ambas manos, contempla la llama y di el conjuro en voz alta o en pensamiento, tres veces.
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Con cuidado (siempre tomando precauciones de seguridad), lleva el papel hacia la llama y quémalo sobre el cuenco para recoger las cenizas, o bien quema sólo una esquina y deja caer las cenizas en el agua. Mientras el papel se consume, imagina cómo la escarcha se funde y se va con el humo.
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Agradece al fuego y apaga la vela cuando sientas cierre. Entierra las cenizas o escúrrelas al exterior con respeto, o deshazte de ellas de forma simbólica (por ejemplo, esparciéndolas en tierra).
Versión sin combustión (visualización segura):
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Si no quieres usar fuego real: escribe lo mismo, dobla el papel y sosténlo sobre la palma abierta. Repite el conjuro tres veces y, en vez de quemarlo, imagina una llama cálida que derrite el hielo hasta que el papel queda empapado de luz. Luego arruga el papel y colócalo en el exterior o en un cuenco como ofrenda simbólica.
🌱 Cierre y anclaje
Termina tocando la tierra con las manos o apoyando los pies descalzos, diciendo en voz baja:
“Que la libertad permanezca. Que el calor me habite.”
Bebe un sorbo de agua, respira y vuelve al día. El conjuro actúa como un rito de voluntad: su fuerza mayor es la intención y la coherencia con tu propio bienestar.
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